No puedo evitarlo, de verdad que no puedo: cada vez que alguien habla del bright side pienso en la canción de los Monty Python al final de La vida de Brian. Este bright side, sin embargo, no tiene nada que ver, no se trata de encontrarle la parte buena a una situación negativa. Trata de compartir las experiencias de compañeros que se han dado cuenta de que «las soluciones a los altibajos, las recompensas y los problemas de la vida de todo traductor autónomo están única y exclusivamente en sus manos, que se ponen manos a la obra, se niegan a quejarse y sacan su trabajo adelante». Esta atrevida declaración, que para muchos describe un estilo de vida, también resume por qué este libro no ha sido bien recibido en todos los rincones de la esfera traductoril (sobre todo porque parece que muchos de quienes lo critican no leyeron más allá del primer párrafo de la introducción, donde aparece esta cita). No solo ha inspirado a Herman Boel para escribir una serie de entradas en su blog Alta Verba llamada The Reality of Our Profession (La realidad de nuestra profesión) también podría explicar por qué el nuevo eslogan de la conferencia de IAPTI que se celebrará en septiembre en Atenas es ahora «Ni nihilistas ni ingenuos». Está claro que hay cosas que se escapan de nuestro control y cambian nuestras circunstancias. Me viene a la mente, por ejemplo, la reciente crisis económica, por no hablar de la traducción automática y los efectos que tiene y que seguirá teniendo sobre varios segmentos de nuestro sector.