Se ha hablado mucho últimamente del mercado de las traducciones premium y al por mayor, y también de si despotricar o quejarse de las malas condiciones que se encuentran en este último alguna vez servirá de algo cuando en realidad lo que todo el mundo debería hacer es seguir el ejemplo de los gurús, salir ahí afuera y hacerse con los mejores trabajos, cobrar una fortuna, ganar un salario de seis cifras, volar en primera. Porque entonces no habría nada de lo que quejarse, ¿no?
Ojalá fuera tan fácil o posible. El sector de la traducción como tal engloba tantos mercados como combinaciones y áreas de especialización. Qué tal te va o cuánto puedes llegar a ganar probablemente dependa más del mercado en el que te mueves que de dónde vives. También depende de lo que hayas estudiado y de tus conocimientos especializados, de lo bueno que seas traduciendo y de tu personalidad, de si tienes la fuerza, la iniciativa y la confianza en ti mismo necesarias para conseguir clientes directos y cobrar tarifas decentes en lugar de depender de una agencia que lo haga por ti. Intervienen tantos factores que es casi imposible generalizar. Y también es imposible saber cómo son las cosas para un compañero en una situación totalmente distinta de la nuestra.
Aún así, todos generalizamos: las generalizaciones han corrido como la pólvora por internet. En resumen, la impresión que tengo después de haber leído cosas aquí y allá en la blogosfera y en Facebook es que si no eres un traductor premium que gana un pastón, la culpa la tienes tú y nadie empatiza contigo. Por no hablar de los pobres diablos que se dedican a la postedición de traducción automática, que directamente tienen lo que se merecen. Porque eso ni es traducción ni es calidad y, sinceramente, ni siquiera debería estar permitido.
Personalmente me niego a hacer postedición, especialmente la clase de postedición que consiste en hacer una limpieza por encima para ahorrar costes. Solo he editado traducción automática por error antes de darme cuenta de que el texto que estaba revisando era producto del traductor de Google y no de los procesos mentales de un ser humano. No obstante, no veo ninguna razón por la cual otros traductores no deban hacerlo si les viene en gana, y me parece alarmante que el sector parezca querer abandonar a su suerte a quienes editan este tipo de traducciones. Deberíamos aceptar que esto no solo va a pasar, sino que ya está pasando (y probablemente a una escala mayor de lo que imaginamos). Las empresas quieren ahorrar costes y la postedición de traducción automática les ayuda a lograrlo y, a decir verdad, mientras a) los clientes sean conscientes de la calidad que obtienen y de la diferencia que existe entre este proceso y la traducción humana desde un principio y no esperen milagros y b) los editores de traducción perciban cantidades adecuadas por su tiempo y su trabajo, no tendría por qué suponer mucho problema.
¿Y qué tiene de malo el mercado al por mayor? (Usaré el término al por mayor en esta entrada para referirme al segmento de traducción no de lujo que existe entre el premium y la postedición) No son solo las agencias las que tiran los precios: los clientes finales no quieren pagar por traducciones excepcionales listas para ser publicadas si solo son para uso interno o para fines informativos. Cada día se necesitan traducir miles y miles de documentos de este tipo, ¿por qué las personas que prestan este servicio tienen que oír que son idiotas y que dejen de quejarse de las presiones en este segmento del mercado y se pasen al segmento premium?
No me malinterpretéis. No tengo nada en contra del mercado premium o del hecho de aspirar a él. Todo lo contrario. Y desde luego no digo que no debamos esforzarnos por ser mejores en nuestro oficio y en nuestras prácticas empresariales y ascender en la escala de tarifas. Pero algunos traductores simplemente no quieren la presión que conlleva trabajar para el mercado premium, otros están en ello y muchos nunca lo conseguirán. Lo siento si suena duro, pero cualquiera que haya pasado por el sistema educativo se dará cuenta de que no todos fuimos bendecidos con las mismas habilidades ni con una personalidad extrovertida. No todos podemos brillar de la misma forma que lo hacen otros, pero no creo que ninguno tengamos derecho a humillar públicamente o apuntar con el dedo a nadie en esa posición. Porque, afrontémoslo, las cosas se han puesto bastante feas últimamente. Y estos supuestos compañeros no solo se ponen a parir en internet, sino que también lo hacen en los congresos en cuanto alguien abandona la sala. Es terrible y tiene que parar. No le hace ningún favor al sector, estés en el segmento que estés.
Mientras nos ponemos a parir los unos a otros, estamos pasando por alto problemas que deberíamos abordar: educar a los clientes sobre los procesos de traducción y la calidad que pueden esperar de la traducción automática y la postedición de la misma, la importancia de contratar a especialistas para documentos realmente importantes en lugar de confiárselos a una agencia que se los colocará a quienquiera que esté disponible en ese momento y garantizar que todo aquel que trabaje como traductor, sea en el segmento que sea, cobre una tarifa decente y no esté firmando contratos con cláusulas abusivas.
Hagamos el favor de mostrarnos más solidarios los unos con los otros. Dudo mucho que este tipo de comportamiento se tolerara en otras profesiones, y tampoco debería tolerarse en la nuestra.
Esta entrada apareció por primera vez el 27/11/2014 en mi blog anterior.
This translation of my original post The Premium, the Bulk and the PEMT is by Aída Ramos, an English, Portuguese and French into Spanish translator specialising in transcreation, marketing and advertising trading under the name Thinking Side.
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